Reactividad 4

¿En qué fallan los tratamientos?

Hemos visto muchos perros que fueron tratados con distinto métodos que fracasaron. Métodos amables y también muchos de los otros. Cuando se trata la reactividad con fuerza, brusquedad o castigos, con frecuencia se intenta anular la reactividad, pero se consigue también anular cualquier tipo de respuesta. Conseguimos un perro con miedo a expresar lo que está sintiendo, un perro con la sensación de que su conducta no puede cambiar su situación cuando se siente sobrepasado. 

En realidad, es una forma de llevar a los perros a la indefensión aprendida, que puede acabar interfiriendo en su forma en general de relacionarse con el mundo, en la forma de percibir las cosas y en un desinterés por las cosas buenas o malas. Según la intensidad de este estado, el perro puede empezar a enfermar o dejar de comer y desde luego su vida empieza a dejar de tener sentidos. Otros perros ante la presión acaban dejando el modelo reactivo y lo cambian por un modelo agresivo. Luchan contra su situación y un “adiestrador” castigó el explicar cómo se sienten y por ello ya no lo expresan, pero cuando se ven superados, muerden.

En el otro extremo, tratamientos amables, hemos visto perros que disminuyen la conducta reactiva en ocasiones, pero que realmente siguen careciendo de habilidades de afrontamiento, su estrés sigue alto y explota en la vida cotidiana. En ocasiones la conducta no aparece mientras hay comida, pero en cuanto esta desaparece, vuelven a explotar. La comida muchas veces distrae de lo importante, del aprendizaje más importante.

Cuando trabajamos de forma correcta, atacando la raíz del problema estamos buscando la solución completa. Incluso trabajando bien podemos encontrar problemas que dificultan el éxito retrasándolo. Algunos de ellos:

  •  Imposibilidad de evitar las situaciones de reactividad, siguen sucediendo con demasiada frecuencia. Sobretodo en entornos urbanos. 
  •  Perder la paciencia y no entender que lleva tiempo.
  •  Edad del perro o situaciones personales.
  •  Por último, el dolor o enfermedad. Este es un punto contra el que realmente chocamos. Con muchos perros (incluso con alguno de nuestros perros) hemos podido hacer bien las cosas (tana) y el resultado fue sorprendente. Pero con otros (Capitán) la enfermedad crónica, el dolor hace que el único tratamiento sea anticipar los días que el perro pueda estar peor y evitar todas las situaciones. Es el caso que no tiene la resolución que nos gustaría, lo cual no significa que, siendo conocedores del problema, no podamos minimizarlo.

 Abordar la neuro plasticidad del cerebro. Fases del tratamiento correcto.

Cuando citábamos al Dalai Lama, con su cita sobre la neuro plasticidad del cerebro, es algo abalado científicamente. Ya está plenamente demostrado que el cerebro cambia, se moldea y se regenera en base a experiencias, al punto que es posible cambiar hábitos emocionales. En un estudio (Xiong & al., 2009; McGreevey, 2011) se monitorizó el cerebro humano a través de una resonancia para después pedir a los participantes que siguieran un plan de meditación durante 8 semanas. Transcurrido este plazo se volvió a escanear el cerebro y descubrieron cambios importantes en el tamaño de algunas partes del cerebro y disminuyeron otras. Esto es una gran noticia, porque aquí empezaremos el tratamiento correcto de la reactividad.

FASE 1 RECUPERAR EL EQUILIBRIO

La reactividad es realmente un problema para el organismo. Al ser algo repetitivo no permite que el organismo vuelva a la homeostasis normal y natural del estrés. La adrenalina constantemente está revitalizando el estado ansioso y cuando un perro lleva tiempo con el problema, no consigue estar tranquilo, aunque el monstruo no esté presente, su organismo está predispuesto por la vía neuronal a responder y tiene que estar “cargado” y anticipar un posible encuentro. Recuperar el estado normal del organismo necesita de tiempo, para que los niveles hormonales vuelvan a la normalidad y es como si reiniciáramos al perro. Y no todos los cambios que debemos implementar podemos realizarlos de golpe, a veces necesitamos de un plan gradual para poder bajar estrés. Realmente un buen ejemplo es el del buceador a gran profundidad. El perro ha tocado fondo y para volver a la superficie debe hacerlo de forma gradual, igual que el buceador. Si intentamos que suba de golpe, la descompresión no se hará de forma correcta y podemos generar un problema aún mayor. En esta fase necesitamos implementar una terapia de reducción de estrés (que incluiría además de revisar las rutinas e interacción del perro con el mundo, nivel de ejercicio y tipos de ejercicios, juegos etc. Revisar la nutrición, el estado de salud, posible dolor, el descanso etc.)

Esta etapa puede necesitar de varias semanas, normalmente un mínimo de seis. No solo se trata de que el organismo vuelva a estar libre de hormonas de estrés, también debemos dar un descanso a todas las glándulas que generan hormonas de estrés.

Pero este equilibrio hormonal que buscamos no puede aparecer si no trabajamos en paralelo la siguiente fase.

FASE 2 GESTIÓN

La segunda fase del tratamiento no podemos ubicarla linealmente en el tiempo, porque podría incluso solaparse con la primera. El resumen es NO PONER AL PERRO EN SITUACIONES QUE LE SUPEREN.

El manejo de las situaciones es fundamental. Debemos construir estrategias para reducir hasta eliminar la tensión de la correa en el paseo, algunos perros necesitan reaprender a caminar. 

Es importante aprender a evitar cosas. Muchos clientes ya intentan hacerlo, pero su forma lejos de informar al perro “sé protegerte, es demasiado pronto, demasiado cerca, vámonos por otro lado, tranquilo” el mensaje que recibe el perro es “peligro, un monstruo, peligro”

Crear señales para inducir al perro a seguirnos y hacer curvas o irnos en dirección contraria de forma calmada es fundamental. Al principio intervenimos mucho, pero a medida que el perro está más calmado iremos retirando “la ayuda”.

Podemos llamar DISPARADOR al detonante de la conducta reactiva. Es importante reconocer los disparadores, de la forma más precisa posible. Si un perro es reactivo a otros perros: ¿son todas las razas? ¿Quizás es una cuestión de tamaño o de sexo? Si un perro reacciona ante las personas, ¿lo provocan los niños, las mujeres o los hombres? ¿O quizás es un complemento que usan las personas? Cuanto más pueda aislar los desencadenantes exactos de su perro, más fácil será un plan para trabajar sobre ellos y en estas primeras fases anticiparlos y evitarlos y más tarde desensibilizarlos.

También debemos conocer el umbral, que es el momento en el que el perro se dispara. A veces el umbral depende de la distancia, otras veces del tiempo y otras variables.

Hemos visto también muchos perros que son reactivos cuando confluyen varios “disparadores” de forma continuada o al mismo tiempo. Por separado estos “disparadores” no estarían en el umbral para explotar la reacción, pero al aparecer al mismo tiempo, o con un intervalo demasiado corto como para procesar su presencia `por parte del perro, el anterior convierte en más peligroso al siguiente y así hasta la explosión.

Dentro de una escalera, el perro cuando identifica a un disparador, su estrés se incrementa un poco. Si estamos lejos del umbral, es posible que simplemente notemos incomodidad y conductas de evitación. Ligero incremento de actividad. Incluso podría aparecer alguna señal de calma. El bostezo, lamerse el hocico, movimiento lento y en alguna ocasión conductas de desplazamiento u olfatear. También es frecuente que se rasquen, jadeen o que orinen y después rasquen con sus patas el suelo. Aquí es muy importante que la distancia no se reduzca e incluso en alguna ocasión deberíamos ampliarla. Cuando esto sucede con frecuencia se “sacuden”.

Si la distancia es menor y aparece el “disparador” o se reduce la distancia en la situación anterior, el estrés se dispara y el perro se prepara para actuar. Notamos tensión en sus músculos, en ocasiones se hacen “altos” o se tumban al suelo. Puede aparecer temblor. Cierran la boca y “apuntan” de forma continua con la mirada. Ya no vemos señales de calma, salvo la inmovilidad. Es la antesala de la reacción. Aquí puede costar un poco más detener el incidente, pero si actuamos rápido aún es posible.

Por último, ya explotó. Ladridos, dentelladas al aire, tensión hacia el vampiro, arremetidas etc. Aquí debemos sacarle de la mejor manera posible. El error no pudimos evitarlo. Hay que intentar detenerlo antes.

En esta fase de gestión es posible que, para manejar el problema, hayamos tenido que restringir parte de las rutinas del perro. Aquí debemos empezar a implementar en las rutinas mucha estimulación mental, mucho trabajo de nariz, trabajar la integración sensorial, los entornos enriquecidos pueden jugar un papel importante.

Cuanto más seguro y equilibrado se vuelva su perro, menos se verá afectado por los factores estresantes por eso dentro de este programa también le dotamos de ejercicios de bajo estrés a su medida para que vaya descubriendo sus habilidades para lidiar con situaciones. La clave es un uso terapéutico, ante la duda, menos. Es muy importante recordar que el estrés es un concepto general, que todo lo que sucede puede aumentarlo mucho si la situación es excesiva y hacer que dure tiempo en el organismo. Por eso en casa también es importante lo que suceda, podría influir en la conducta reactiva horas después.

También es momento de trabajar otro de los conceptos de “perro completo” dotarle de toda la libertad posible cuando se pueda. Menos “ordenes”, menos exigencia, intentar de darle oportunidades de dirigir el paseo y escoger que quiere hacer. Debemos enseñarle a tomar decisiones. Por ejemplo, cuando preparamos un trabajo de olfato, mucha gente le pide al perro que busque; no es una decisión suya, se lo estamos pidiendo. ¡deberíamos aprender a guardar silencio! La aromaterapia, la música, los masajes etc. Son buenas estrategias para aplicar.

La relación con el propietario también es algo que hay que trabajar desde el principio. Un perro reactivo pone a prueba cualquier buena relación entre una persona y su perro. Y siempre se deteriora. La relación perfecta se fundamenta en la confianza, en la ausencia de miedo y en los buenos referentes que saben transmitir seguridad y calma. Si el perro no confía en la persona que le acompaña va a ser muy difícil guiarle en el proceso de rehabilitación. La comunicación, eliminar correcciones y castigos, el aprender a estar calmados, el hacer cosas relajadas y agradables de nuevo con tu perro, compartir comida, descanso, interacción adecuada, el masaje y las caricias, el concepto de compañía, el NO sobreexcitar y el demostrar que sabe evitarle situaciones excesivas o sacarle con seguridad de una si no pudo evitarla, son las asignaturas que la persona debe aprender para poder ayudar a su perro con un problema de reactividad.

FASE 3 REHABILITACIÓN

Lo anterior son los cimientos. Sin ellos es difícil el éxito. Si ya tenemos cimientos podemos empezar a construir nuestro nuevo perro.

  • • Habilidad social. Podemos hacer un plan y ver que ocurre simplemente por la presencia de un perro adecuado. Dejar que el ritmo lo gestione el perro adecuado y simplemente confiar en ellos. Si realmente no disponemos del perro perfecto, recurrimos a la siguiente herramienta.
  • • Desensibilización. Sobre todo, usaremos curvas y paralelos. También valoraremos el uso de interrupción visual, distancias, tiempo, la propia intensidad del “vampiro” etc. Un gran ejemplo de lo que es la desensibilización es alimentar a un perro con una pieza de jamón york. Pero el perro tiene un problema intestinal y si come mucho vomitará. Debe comer porciones muy pequeñitas y digerirlas antes de comer otra. Debemos aprender a “cortar lonchas muy finas, tan finas como necesite el perro” y dárselas muy poco a poco para que no las vomite y podamos alimentarle y nutrirle.
  • • Contra condicionamiento. No es una herramienta que utilicemos de forma planificada como tratamiento, es más una herramienta de gestión que de tratamiento formal.

La reactividad es posible tratarla con éxito, pero dependerá mucho de la comprensión del problema, de la comprensión de sus causas y en función de esa comprensión dar un enfoque adecuado de tratamiento, con el tiempo que sea necesario.

Conductas de persecución, otra forma de reactividad.

Entra dentro de las conductas naturales de un perro perseguir. Estas conductas probablemente guardan relación con la supervivencia, un cazador debe practicar la persecución para poder cazar. A las 6 semanas de vida los cachorros empiezan a perseguir cosas pequeñas (mariposas, hojas o en el juego con sus hermanos empiezan a perseguirse). A los 6 meses se atreven a empezar a perseguir cosas más grandes como bicis o algún vehículo. Y por supuesto consolidan las persecuciones cuando jugando se persiguen entre ellos.

Es su juego favorito, perseguir o que te persigan. Esto es algo que puede jugar a nuestro favor, la mayoría de las personas no sabe llamar a su perro, cuando lo hacen después van hacia él con la correa, inclinando el cuerpo en su dirección para adelantarles que van a atarles. Deberían entrenar lo contrario, llamarles e irse en dirección contraria, invitándoles a perseguirnos, porque perseguir es algo divertido. Es muy importante comprender que la llamada es de las pocas cosas importantes que necesitamos enseñar a un perro. Un sentado no tiene utilidad y es bastante absurdo para la convivencia.

Una llamada en cambio puede salvar la vida al perro, o evitar una situación peligrosa o desagradable. A medida que van madurando, las conductas de persecución suelen pasar a un segundo plano y los perros adultos no tienen la necesidad de perseguir cosas que le son familiares. Sin embargo, hay muchos perros adultos que persiguen niños que corren, ciclistas, gatos, conejos, coches etc. ¿porqué? Deberíamos meditar que una realidad es que algunas razas predisponen más a los perros a perseguir (perros de pastor tipo collie, pastores alemanes, pastor malinois, galgos, podencos) son razas muy visuales y originariamente fueron creadas para trabajos que importaba reaccionar al movimiento. Pero en general todos los perros pueden reaccionar al movimiento, básicamente son cazadores visuales. 

Si las conductas de perseguir son innatas, una realidad es que cuando estás adaptado y tranquilo, no persigues lo familiar si no es en un contexto de juego. Pero la cosa cambia ante lo que no es conocido o familiar, ante lo que da miedo o lo que se mueva cuando estoy estresado. Porque todo ello dispara el estrés y el estrés aumenta mucho la posibilidad de que lo innato aflore al exterior con fuerza.

No pensamos que deberíamos incluir las conductas de persecución como conductas predatorias. Ello lo restringimos a persecución de presas reales. Muchos perros tienen mucha predisposición a cazar y entornos que permitan desarrollar esta habilidad, hace que tengamos perros que en el campo todo el paseo está persiguiendo conejos. Pero ello, aunque realmente tiene un componente de estrés, no tiene nada que ver con perseguir “cosas o personas”. Los perros no cazan personas ni objetos. Cuando lo hacen de forma repetitiva estamos delante de miedo o estrés, por eso en realidad es otra forma de reactividad.

➢ Caza vs estrés.

Los perros cuando están cazando, lo normal es que no ladren. Ello disminuiría la probabilidad de éxito. El ladrido conlleva un gran gasto de energía. Cuando un galgo persigue a una liebre si ladrara en la carrera o antes, perdería energía imprescindible para dar alcance a la presa. Los perros de caza suelen ladrar cuando una presa está localizada pero no tienen acceso a ella, o cuando hablamos de razas modificadas en su modo natural de caza para que ladren y así nos alerten de que están sobre el rastro de la presa o bien su función en la secuencia de caza sea asustar a la presa para que nosotros le disparemos cuando sale corriendo. También ladran mucho en la caza los terrier, muchas veces porque su trabajo es en distancias cortas y cercanos a las madrigueras.

Así que cuando vemos un perro que reacciona, ladra y luego persigue, estamos delante de una situación de miedo o estrés. En realidad, muchas veces ladran porque el vampiro está en el círculo de su umbral y este círculo es muy grande en algunos perros. A muchas personas les cuesta entender que su perro persigue por miedo, porque piensan que, si tuviera miedo, se iría en dirección contraria al vampiro, pero esto no siempre es así, algunos perros gestionan su miedo corriendo hacia lo que les asusta, para que sea el vampiro el que sale del círculo del umbral de su miedo y ponga distancia al ver al perro corriendo hacia él.

Posibles tratamientos, en qué casos el éxito está garantizado y en cuáles no.

Dentro de las variantes de persecución, debemos reconocer que es muy difícil parar a un perro delante de un conejo. Y menos en un entorno “condicionado” en el que el perro siempre que va, persigue y caza a conejos. Cazar y matar animales no es algo que agrade a las personas, de no ser que seas un cazador. No se puede ir contra naturaleza y cazar para algunos perros con gran predisposición es algo muy natural. Quizás en esta variante de conducta predatoria, el trabajo no es que el perro deje de cazar, sino que NO OLVIDE que vamos juntos, que la caza es cooperación. El principal problema de un perro que persigue conejos no es que los persiga. Es que cuando los persigue se olvide de nosotros y que “desaparezca” durante horas, o que se aleje demasiada distancia. No escucha, no es consciente del entorno y todo su cerebro es un conejo.

Debemos comprender que, de forma natural, un perro que vive en el bosque no dedicaría todo el tiempo a cazar, más al contrario, cazaría solo cuando necesita comer, el resto del tiempo haría otras actividades en ese bosque y muchas de ellas tendrían que ver con el descanso. Pero nuestros perros no viven en el bosque. Si les sacamos una hora al bosque, los perros con impulso de caza estarán toda la hora cazando, así siempre, e inevitablemente llega el momento que no ven el bosque como un lugar relajante, tranquilo, para investigar, lo ven como una zona roja, no salen a estimularse, salen con el cuchillo entre los dientes y solo piensan en “MATAR”, en ese lugar es la única actividad que he aprendido que se puede hacer. Condicionamiento clásico de entorno.

Para tratar esto (no la caza, sino el desaparecer o entrar en un túnel sin opción) hay que pensar que es un ciclo autosuficiente, igual que la reactividad, el bosque es el disparador. Y contra más disparos, más sucederá y con más intensidad. Muchos perros paradójicamente vuelven del campo más estresados que cuando salieron de casa. A estas alturas de curso, no necesitamos explicaros que es una vía neuronal y como anularla. Necesitamos actuar igual que si tratáramos reactividad y durante un tiempo, dejar de ir al bosque. En ese tiempo debemos trabajar el estrés, bajarlo, implicar al perro en actividades sensoriales (especialmente olfateo), crear un perro adulto completo, darle libertad en la medida de los posible, mejorar mucho nuestra relación, convertirnos en alguien importante en sus vidas, alguien a quien merece la pena acompañar, alguien en quien el perro confía. Y también trabajar una llamada sólida. También es interesante la nutrición, porque además de mejorar la calidad de los nutrientes, es posible que algunos perros cazan por hambre. Si la nutrición es completa, esta tendencia disminuye (aunque no desaparezca del todo)

Con todo esto, esta etapa puede llevarnos varias semanas. Cuando estamos listos, podemos volver al campo, una zona sin alta densidad de conejos y con una correa larga, tiempo corto e implicaremos al perro en alguna actividad olfativa con alimentos de gran valor. (vamos a cambiar la idea de lo que supone ir al campo, también se pueden hacer otras cosas divertidas y agradables)

Después de varias sesiones, cuando el perro realmente llega con el chip cambiado y se pone a olfatear buscando comida, podemos soltarle un tiempo corto. Después nos alejamos y le llamamos. IMPORTANTE que él decida venir. Unos pocos minutos más de olfateo al llegar, le atamos y nos vamos. Gradualmente iremos confiando en él, dándole más tiempo y premiándole con premios de gran valor al volver a la llamada. Gradualmente iremos viendo que él perro empieza a investigar otros olores, que en ocasiones perseguirá algún conejo, pero que ya no se aleja tanto y que empieza a estar pendiente de nosotros. Si no tiene éxito sabe que cerca nuestro, el éxito está asegurado.

Consejo. NO GASTAR LA LLAMADA.

Con las conductas de persecución de personas, bicicletas, niños, skates etc. El proceso es el mismo, pero debe cobrar relevancia tras una fuerte reducción de estrés y trabajar para tener un perro adulto equilibrado, la desensibilización. Y también hay que recordar que una cascada de “Monstruos” en movimiento puede ser demasiado incluso aunque hayamos mejorado mucho el problema. Evitar zonas en las que haya mucho movimiento. Por nuestra experiencia, las curvas son la herramienta más eficaz en la desensibilización del movimiento. Es imprescindible trabajar mucho las curvas incluso aunque no halla movimiento, enseñar al perro que cuando algo viene de frente, podemos bordearlo. Es lo que haría un perro libre de problemas.

Texto base de Masqueguau. – Seminario de reactivada. 

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